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Mauricio Gracia Rodríguez
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Don Mauricio Gracia Rodríguez, nació en Zaragoza el 25 de Octubre de 1.904. Su padre Ángel Gracia había estudiado bellas artes en la escuela de San Fernando de Madrid y fue un pintor afamado, uno de los medallones del techo del Teatro Principal de Zaragoza fue pintado por él. Su madre, Mercedes descendía de los Condes de la Barcena y Marqueses de Ceballos. Su tío paterno, Luís había estudiado también, Bellas Artes en París. Procedía, de una familia en la que la cultura, el arte y la nobleza se entremezclaban y en ese ambiente nació Don Mauricio, siendo el 2 de 4 hermanos.

 

El ascendente artístico se cristalizó en una maravillosa voz de tenor que en su época catalogaban como de Fleta, pero él, fiel a su vocación sublimó esa faceta artística en su pasión por la medicina, convirtiendo la medicina en un sacerdocio. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio Politécnico de Zaragoza pasando posteriormente a cursar la carrera de Medicina en la Universidad de Zaragoza que finalizó brillantemente. Admirador de Cajal, la muerte prematura de su progenitor a los 52 años de edad, produjo una inflexión en su vida, que le obligó a ponerse junto a su hermano, químico, al frente del negocio familiar antes de terminar sus estudios.

 

Al acabar la licenciatura a los 21 años, motivos familiares le obligaron a abandonar su consulta de la C/San Vicente de Paúl y dedicarse a la medicina rural, lo que le produjo una conturbación en el ánimo ya que le gustaba la investigación. Pero no se perdió un investigador sino que se ganó un gran clínico. Su primer destino fue Belchite, posteriormente Ráfales, Manzanera y Mediana donde le sorprendió la Guerra Civil Española. Contrajo matrimonio en el año 1940 con Dña. Carmen Casanova Cortes, que fue la persona que siempre estuvo a su lado. Ya casado fue destinado a Boquiñeni y en 1944 fue nombrado por oposición Médico Titular de Mallén y juntos emprendieron una vida en común que sólo la muerte rompió. Tuvieron 3 hijos, dos de los cuales siguieron sus pasos en la Medicina. Permaneció en Mallén hasta el día de su jubilación en 1974.

Él vivió durante esos 30 años como su pueblo se modernizaba, vio la llegada del agua corriente a las casas, el asfaltado de las calles y cada logro alcanzado lo sentía como propio. Gran amigo de sus amigos, le gustaba pasear por la antigua carretera de Zaragoza, con Dionisio, el practicante, con una parada en el huerto del Sr. Pedro, para controlar la madurez de la fruta, las excursiones por el camino hacía el Molino de Valverde en verano con su familia. Hombre de costumbres sencillas, le gustaba comer bien, le encantaban los caracoles, que él mismo recogía en los días lluviosos, los productos de la matacía y sus pacientes que lo sabían muy bien halagaban su paladar con los "presentes".

 

Entre sus amigos recordar también a Aurelio de la Parra, compañero de estudios de bachillerato, Tomás Orrios, el maestro, Guillermo Carranza, etc. No fue nunca político. Era un hombre afable, dispuesto siempre a cumplir con su deber, nunca salía una protesta de sus labios ante una llamada intempestiva, porque además de médico era una gran persona. Fue un gran estudioso siempre preocupado por dar lo mejor de sí mismo a sus pacientes. De aspecto serio, tenía sin embargo un sentido del humor extraordinario, a veces difícil de entender por su gran capacidad intelectual de ello pueden dar fe, Fabiola "la Roeta", Pedro "el Chusco", etc.

 

Ayudó a traer a muchos niños al mundo, pasaba el día junto a la parturienta, infundiéndole esa confianza que el sabía transmitir, en los tiempos en que las mujeres parían en casa porque no existía la atención sanitaria de hoy día. Fiel a sus principios no se dejó nunca avasallar por nadie. En los últimos años de su vida padeció una enfermedad que le limitaba en parte su capacidad física, pero que no le impidió cumplir con su deber hasta el momento de su jubilación. Mallén fue para él, su gran pasión. Amaba a Mallén por encima todo y se mantuvo fiel a Mallén hasta los últimos días de su vida. 

 

Cuando se jubiló la presión familiar lo llevó a Zaragoza, ya que él no se hubiera ido nunca de su pueblo y allí empezó un languidecer, una nostalgia que sólo desaparecía los fines de semana cuando volvía a su casa de Mallén, lo que hizo puntualmente hasta una semana antes de morir, ya gravemente enfermo. Don Mauricio fue un hombre bueno, honesto y un gran médico. Poco pudo disfrutar de su merecido descanso, el día 23 de Junio de 1.979 moría en Zaragoza víctima de una dolorosa enfermedad. 

 

El 24 de julio de 1979, en una de las primeras sesiones presididas por el alcalde don Isidoro Palacios al frente del Ayuntamiento, fue aprobado el cambio de nombre, y a partir de entonces se llamaría Calle  Médico Don Mauricio Gracia, persona  muy querida por toda la población, no obstante,  había ejercido su profesión  en Mallén  durante treinta y dos años. Es la calle principal de una urbanización de casas unifamiliares construida durante los años 1972 y 1973, situada  a las afueras de la localidad, en dirección Tudela (Navarra). Los vecinos empezaron a vivir en ellas en 1974.

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