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La Virgen de Novillas
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La tradición constante de Mallén, consignada en sus libros y confirmada por varios autores, refiere a estos tiempos de invasiones un hecho que prueba por sí solo cuán arraigados se hallaban ya entonces, en esta villa los sentimientos religiosos y la fe ardiente de sus habitantes.

Me refiero al acontecimiento de la traslación a Mallén de la veneranda imagen de Nuestra Señora de Novillas y cuya historia es la siguiente:

Era Novillas un pequeño y lindo pueblecito situado, lo mismo que hoy lo está, sobre la orilla derecha del Ebro.  Quizá por su pequeñez, y por no tener en sus alrededores punto alguno estratégico, no había excitado la codicia de los moros, siendo muy pocos los que vivían en su recinto, habitado continuamente por cristianos.

Sus pequeñas casitas agrupábanse alrededor de una bonita iglesia, en la cual veneraban como principal imagen la misma que hoy tenernos en Mallén y que sirve de asunto a esta historia.

Al ver los cristianos de Novillas llegar a los cabezos de Mallén (Montesuso) las banderas de la media luna, que volviendo victoriosas de Tudela se preparaban para marchar contra Zaragoza, arrasando y quemando cuanto hallaban a su paso, y no contando con elementos para resistir su empuje, antes bien temiendo una muerte segura si permanecían en el pueblo, lo abandonaron presurosamente aquella misma noche cruzando el río y dirigiéndose hacia Tauste.

Noticiosos a la mañana siguiente los cristianos de Mallén de la huida de sus desgraciados hermanos de Novillas y creyendo que en su precipitada fuga se habrían dejado en la iglesia tan venerada imagen, salen presurosos veinticuatro labradores de Mallén con un sacerdote a su cabeza, sin tener miedo a los moros que a su vista estaban acampados, y se dirigen a Novillas.

Llegados a la iglesia de dicho pueblo, toman en sus brazos la venerada imagen y, escoltando todos al sacerdote, llegan sin contratiempo a esta villa, en cuyas inmediaciones esconden a la preciosa imagen, y luego la depositan en la iglesia hasta tanto que sus hermanos de Novillas viniesen a buscarla.

Pero aquéllos, más desgraciados que los nuestros, no pudieron tener esta satisfacción ni la de volver a su patria. Aquella misma noche las tropas de Hazub, dirigiéndose hacia el Ebro, arrasan Novillas, que ya no vuelve a ser habitado hasta después de la conquista, en cuyo tiempo el rey Don Alonso dejó una parte de los mozárabes que le seguían para que lo poblasen, quedando, por tanto, la iglesia de Mallén en posesión de su preciosa joya, cuya fiesta no ha cesado de celebrar un solo año, desde entonces hasta hoy, el día 8 de septiembre.

Y para que jamás, se pierda la memoria de este suceso, todos los años en dicho día de la Natividad de la Virgen acostumbran a correr cierto trecho de camino varios hombres, acompañados de otros a caballo, y blandiendo corvos alfanjes, adjudicándose al que primero toca la insignia de la Virgen que su Prior tiene en la mano, un premio o joya, por cuya razón se conoce este simulacro por la Corrida de la joya.

Muy poco después de la Reconquista, se fundó en esta iglesia una cofradía bajo el título de Santa María de Novillas, la cual se componía de los veinticuatro principales labradores de Mallén y de un sacerdote, su capellán, lo mismo que existe hoy, y que llegó a contar en el número de sus cofrades, entre otros ilustres personajes, al mismo rey de España Don Felipe IV y a Don Juan de Austria, virrey de Aragón.

La santa imagen, cuya tradición hemos narrado, es de las llamadas de medio cuerpo: tiene: unos setenta centímetros de alta y lleva en su brazo izquierdo al Niño Jesús. Aunque mirada desde el punto de vista estético, deja bastante que desear; la devoción de los fieles, que mira mucho más alto, le profesa una especial y tiernísima devoción, venerándola en una de las más suntuosas capillas de la iglesia parroquial.

Francisco Javier Córdoba y Franco en Manlia y Mallén

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